Hallo... Ayer hablamos demasiado ¿Verdad?
Y yo no se si de verdad he ayudado a que te sintieras mejor o si tu aun te has reservado mas de tus confesiones. Si es cierto que te dije que ayer era la única noche que te toleraba contármelas pero, tal vez algo quedara en entredicho, si en alguna otra ocasión decides confiármelo no te lo tendré en cuenta para mal.
En parte... agradezco y temo porque me muestres tu lado mas vulnerable. Está bien ya que, gracias a eso puedo acertar mas con mis palabras y lograr tu bienestar con las menos meteduras de pata posibles. Pero tengo miedo ante el exceso de información, ya que llegará un momento en el que no sepa como ayudarte.
No, no es culpa tuya.
Tu no has elegido la mayoría de las decisiones de tu vida, la mente es caprichosa y actúa de maneras extrañas. Unos tienen tics nerviosos, otros muerden su pelo... yo me rasco hasta herirme y, cuando mi ira se contiene siento una ceguera durante unos segundos. Luego me duele mucho la cabeza.
Cada uno de nosotros es mas peculiar que el anterior.
No te juzgo por lo que hiciste, aun extrañas tus razones que tuve que encontrar yo mismo no puedo imaginarme el desolador sentimiento que has tenido a lo largo de muchas ocasiones de tu vida. No tuviste tiempo a ser un niño y en ocasiones puedo verlo reflejado en tus acciones más irresponsables mientras que yo te reprocho con modales y la palabrería mas pedante posible.
Te quise antes de saberlo y te quiero ahora, ni mas ni menos a pesar de que agradezco tu valor y te felicito por ello. No necesito tiempo para pensar en lo que yo se, lo único que necesito es que me permitas ayudarte y nunca tengas miedo de lo que tenga que salir de lo mas profundo de tu alma, por muy patético u horrible que lo veas. Mientras que no me traiciones mis sentimientos no cambiarán y, aun habiéndolo hecho no podría dejar de amarte de un día para otro... solo que se mezclaría con odio y cometería un montón de actos sin sentido.
De todos modos sigo pensando que eres perfecto.
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